jueves, 9 de diciembre de 2010

LA BUSQUEDA

No abandones ese gesto único de asombro que bucea entre el torrente de mis misterios (irreverentes fantasmas interiores que acechan desde su calesita ciega), con la agilidad y el colorido de cualquier pez distraído que observa sin amedrentarse de la penumbra y sin mareos de patología coloquial.
Inexplicable! Ese rasgo de Manolito lo hace más perceptible y más presente; más agudo, aunque quiera ignorarlo es el pico que aún después de la partida del “minero” sigue escarbando entre el lodo, las piedras, el oro y los gusanos de siempre.
Hurgas a tientas valiéndote de tus propias linternas apagadas, le agrietas las manos al sentimiento pasado, azotas al guardián de la emoción quieta, para que estos ayuden a encontrar algo debajo de todo lo que hay siempre detrás de la nada.
Si por casualidad encontraras un corazón, es que compartes el pedazo de mapa que eternamente amarillento se presenta ante los ojos de los exploradores de cuevas húmedas. Y si el secreto es develado por completo, para qué servirían las Historias de Piratas? Y... ¿qué magia tendrían esas curvas en tu rostro tras las pistas y las señales encontradas en algún pasadizo secreto que por descuido se dejó abierto a la intemperie de los que tienen ojos profundos?
No tienen las moscas esta vida... ni los ricos, ni los faquires, ni los adivinos. Se requiere más riesgo y la valentía cavernícola de quienes rodaron con rostros sangrantes todos los desvíos de las rutas de la realidad y la crueldad.
Nobleza es necesario requisito también, para que en la cacería no nos sorprendan regalando verdades lejanas que acestan cuchilladas inexorables a las profundidades e inyectan lágrimas en los brebajes que sirven para romper hechizos... casi siempre!





06-09-2003
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